Hoy, intentando escribirte, le dije a mi pobre resignación.
"dejá, dejalo irse..."
Pero, el cielo sabe, que no me escuchó.
Llegué tan tarde al entierro de las cosas que hablan de vos y por eso me fui bien lejos, a escribir, a escribir por los dos.
Dejando de lado esas cosas que poco sabés entender, miré al espejo, retumbando el reflejo me dijo "No"
Caimos, cayendo los dos.
Descubrite las manos por favor.
No entiendo porque no entendí tus sabores amargos, ni tu boca de rio, ni tus brazos de sol.
Sin embargo, lejos estoy de algún rojo punzón, simplemente quiero agregar...
Que la vida es solo la vida, no hay tanto para analizar.