lunes, 13 de septiembre de 2010

El mar y la paz

Calló y cayó.
Dejó una estela de amores débiles y uno, más que amor, un terremoto.
Dejó su parte cenicienta, encontró su momento fugaz y se perdió de nuevo, en el verano que le daba la bienvenida en un amarrete carrousel.
Algunos piensan que el deseo de la piel caliente no es más que la excusa para dos almas en soledad.
Yo pienso que es mejor no pensar demasiado en ello. Ni en ellos.
Pero en este cuento, no es solo el fuego lo que arde. Y esto pasó:

"No me olvides" le dijo al mar. Y caminó en la arena húmeda del último día de fiesta.
Sola, bajo el sol, en un médano de gente, la música le iba diciendo qué hacer.


miércoles, 1 de septiembre de 2010

Eterno

Escuché el ruido agudo y frío que venía de mi cuarto.
Sonó una, sonó dos, sonó tres veces. Casi sin ganas llegué, no podía ser nadie importante, por los cálculos no, no podía ser nadie que me interesara. Y como si lo hubiera planeado, dejó de sonar perdido entre las sábanas, antes de poder atenderlo.
El identificador de llamadas lo reveló, y pasados unos segundos, mi imaginación empezó a correr.
¿Sería ese? ¿sería ese el momento justo de decir un adiós?
Se me ocurrió solo eso, ¡sí que es rápido mi morbo!
"Espero que no sea lo que estoy pensando" dije para afuera. No había nadie en casa.
Pronto, las imágenes de lo que podía pasar al día siguiente se materializaron en mi cabeza, todas, todas ellas. Si no fuera por alguna tragedia, ¿por qué iba a molestarse ÉL en llamarme?
Pero lo hizo, y de hecho, lo volvió a hacer. Yo, que todavía sostenía el teléfono en la mano, no tenía excusa para no atender.

- ¿Hola?
- Hola, tengo que decirte algo
- ¿Quién...? ¿Quién habla?
- (Se rie con desdén) Sabés bien quién habla
- ...
- Sin palabras ¿eh? No te preocupes, que no estás sola

Luego... lo atendí.
Él dijo todo lo que quería decir, que para mi sorpresa, no era nada preocupante.
Fui esa misma tarde a verlo.
Y quebré.

Claro que, a veces no me doy cuenta de que tengo razón.
No estoy sola.