Te fuiste verano de sambas, espantaste las costas de los que no te vieron pasar. Te fuiste invierno de sonrisas calientes, huiste sin decirlo. Y vos primavera ególatra te quedaste por un rato que no habló del silencio ni del oro.
Ahora otoño, que sos mio, mio para saborear, amargo como la sabia del traicionero, sos el único tesoro inoportuno que nos da esperanza.
Volarás como paloma común, con ojos ácidos de experiencias.
Volarás ya sin cargas, cuando el que espera se canse y haya silencio en tu alma.