jueves, 18 de junio de 2009

Pequeñeces del hogar

Hoy es una mañana como cualquiera: despertar, las luces, los autos, las caras de temprano, la música cerquita y las escaleras fatigantes, algún que otro saludo, una lección de dos horas o menos, y luego casi lo mismo pero al revés; aquí empieza el mediodia. Al engendrar mi suerte (obvio,con sospecha) descubro que no era tan maravillosa. Tarde o temprano, algo tenía que pasar. Me desnudo frente a mi misma, y mis brazos se entrelazan como consolando de antemano lo que más tarde, iba a ser un pequeño infierno. Por ser pequeño no deja de ser terrible. Me siento en la cama, ya fatigada del suceso, me charlo unos cigarrillos con mis pasados y finalmente me ilumino: allí estaba la solución.

No hay terremoto: enciendo el fuego, pongo la cacerola y cocino mis miedos con mucha sal.
¡Que rico!

2 comentarios:

*Ene Deláa* dijo...

Conchuñada te va?

Xaj dijo...

Arañar la iluminación con los dedos mordidos. Budismo zen para primerizos, con las rodillas como hormigas. Sansara del ser.

Saluditos Della (para mi)