Me miraba, retorciendo la boca en palabras jugosas, me miraba.
Lentamente masticaba los dichos asqueantes de todo lo que se le ocurría decirme, de todo.
Fueron 15 minutos y el tiempo se detenía en cada segundo, aunque nunca fue tan largo, hoy se siente fugaz.
Cuando se detuvo ya era medianoche, parece que el hechizo se había acabado y después de haberme escupido y pisoteado verbalmente, me abrazo y dijo:
"no, nunca te voy a lastimar"
y yo que soy perezosa, me colgué de su remera y besé sus piernas con furor, nada pudo hacerme pensar lo contrario: yo era asi y asi sería, por lo menos en ese instante fanático, en ese brillante pedazo del tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario