Podiamos dejar los platos, los cuchillos, las enredaderas y hablar de otros asuntos de titular. Podiamos engatuzar al mismo diablo, pedirle un deseo, robarle el celular y mandarle rosas a su mujer. Podiamos ser o no ser, o ser mas o menos, o a veces no existir mas que en nuestros propios cuentos de asesinos a sueldo, melodías originales, vestimentas baratas, y toda esa historia.
Podiamos con las cosas de nivel 10, 11, y 12 y con el tiempo llegariamos al 20 sin darnos cuenta pero eso...ya no importa. No importa en un lugar alejado; no importa porque asi es como funcionan las cosas y ni el asesino, ni la mujer del diablo, ni los platos y los cuchillos podrian detener al tiempo o al destino o al puto desarrollo de esas historietas que tanto me gustaban.
No quiero un retroceso feroz ni un encuentro de claveles, no quiero ni una charla en agua caliente ni un griterio alcoholizado. Quiero el murmullo de un chiflón desconocido, que es lo mágico de ser joven, libre y translucida.