domingo, 29 de marzo de 2009

Interior

Volaba en un sueño profundo, al cual chocar contra la pared no le fue suficiente. Así iba encontrando excusas para seguir durmiendo, sin entender que ya era hora de despertar. Cuando por fin lo hice, el mundo había cambiado; y yo también.
Los hombres caminaban junto a su propio lecho de muerte, llevándolo a cuestas por las veredas desgastadas de Buenos Aires, y corrían estupidamente si un viento fuerte intentaba alejarlos del destino recto. Las mujeres teñian sus sueños de sangre y lloraban a la luz del sahumerio cada vez que el efecto boomerang traia esperanzas de un mundo mejor que luego, por supuesto, desaparecían en alguna ruta. Los fantasmas del pasado no eran más que eso: fantasmas; y sus lecciones habían pasado a ser ilegales y poco éticas.
Mi nueva realidad parecía insoportable y asquerosa. Y así es que entré en un torbellino de preguntas que tenian siempre un fiel seguidor: el NO.
Yo tenía las manos cansadas y mi cuerpo ya no era tan mio. Mis miradas apuntaban lejos pero sabes...tengo mala punteria. No quería mover los dedos, ni bailar bajo el sol ni entrenar verdades...rogaba seguir respirando.
Busqué hasta en el mismisimo infierno de los excesos la solución a tal brava ecuación como es la vida. Y no la encontré.
Fue entonces que en una plaza, un lunes, día del odio, una brisa me trajo un pergamino invisible que contenía una sola palabra: "Interior"

Y era tan simple: ver lo invisible.

1 comentario:

Luz dijo...

Me encanta como transformas una metáfora que parece que va a ser simple y de repente la completas perfectamente con una palabra inesperada.

Y todo lo que escribís.

Te quiero como a unas Doritos con Coca-cola.